HISTORIA DEL TIGRE DE AMALFI
( VERSIÓN ORIGINAL DE DON ABELARDO JARAMILLO, UNO DE LOS CAZADORES )
Tomado de documento-cartilla de la Secretaría de Educación del Municipio de Amalfi de febrero de 2.000
Esta es una historia de un tigre que hace 60 años devoró mil reses, aterrorizó a un pueblo y "tumbó un Alcalde"
Los expertos
en tigres aseguraban que éste había subido a esta región montañosa desde
Zaragoza y Segovia, huyendo del fuerte verano y de la apertura de
selvas que hacían los colonos y mineros.
Cuando el
felino comenzó a hacer estragos, varios aventureros emprendieron
expediciones a los montes en busca del tigre malo. Pasaron semanas en
las selvas pisteando sus caminos, amanecían subidos en zarzos para más
seguridad. Se inventaban diferentes trampas, pero el animal no caía; una
de ellas fue construida por Don Francisco Jaramillo y sus hijos, que
habían descubierto en la montaña un camino del tigre, cavaron un hoyo de
ocho metros de profundidad y lo taparon con hojas verdes y secas. Dos
días después descubrieron que el tigre había caído, pero no estaba, pese
a lo profundo del hoyo; aprovechó unas raíces de macana que quedaron en
las paredes del hueco para impulsarse y escapar como un gato.
Debido a que
las primeras acciones no dejaron resultados positivos y seguían
desapareciendo cada día vacas, cerdos y bestias, se tenía que emprender
una gran aventura.
Los hermanos
Vásquez descubrieron la huella por donde el tigre había pasado, monte
adentro. Se inventaron una trampa novedosa: una escopeta conectada a
unas cuerdas sobre el camino del tigre, que al ser tocadas haría que el
arma se disparara contra la fiera; a la mañana siguiente fueron a ver la
trampa y encontraron la escopeta disparada y rastros de mucha sangre.
Un viernes 18
de noviembre de 1949, salieron 5 hombres para el monte: los hermanos
Arturo, Antonio José y Miguel Vásquez; Francisco Jaramillo y su hijo
Abelardo. Iban armados de escopetas viejas y machetes, acompañados de
seis perros cazadores.
Se internaron
por una trocha monte adentro; Abelardo soltó su perro Chapolo y salio en
veloz carrera seguido por los otros cazadores que corrían con las
escopetas listas. Al final de la trocha llegaron a una playita junto a
un arroyo; ahí estaba el tigre agonizante. No era tan grande ( pesó 92
kilos y medio ), pero tenía unas formidables muñecas y apariencia
imponente.
Como resistía a
morir, fue rematado con un certero tiro en un oído; eran las diez de la
mañana. Cortaron una vara fina de la que amarraron al tigre por las
patas y entre Abelardo y Miguel lo sacaron del monte. En la finca de los
Jaramillo lo envolvieron en costales y lo montaron en una mula.
Los cinco
cazadores llegaron al pueblo con la fiera muerta, a las cuatro de la
tarde; en el Alto del Zancudo se encontraron con la multitud. Fueron
recibidos con banda de música, polvora, vivas y aplausos, que
encabezaban el Alcalde y el Cura.
A raíz de la fiesta perdió su puesto el Alcalde Antonio Peláez, por malgastar veinte pesos del erario público.
El tigre Muerto y sus cazadores |
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